Tratamiento (20 dic '17)

Acabo de tener la cita con el oncólogo y ya tengo la receta de las pastillas que debo tomar. 5 años, ahí es nada. Además, tendré revisiones con él, seguiré en contacto con mi médico de patología mamaria, tendré revisiones ginecológicas constantes, seguiré el proceso estético con el cirujano plástico.... Vamos, que me van a tener más vigilada que un cangrejo en un cubo.

Y salgo del hospital apagada, cansada, incluso triste. Y no sé muy bien porqué. Y siento que no tengo el derecho a estarlo. Y me siento estúpida por "olvidar" que hace solo unos días "me debatía" entre una quimioterapia y una radioterapia. Y me acuerdo constantemente de mi compañera de habitación, que ha corrido una suerte totalmente opuesta a la mía y está esperando a empezar con la quimio, a la que le seguirá radio y que terminará su tratamiento con pastillas, el kit completo.

Y veo que no es justo sentirme así. No es justo por las mujeres que no han tenido mi suerte. No es justo. Les debo estar feliz, alegrarme por mi situación y ser un poco más consciente de que me he librado de una muy gorda.

Pero en estos cinco años tengo "prohibido" ser madre. Y, aunque ya Alejandro (mi médico), me lo había adelantado la semana pasada, la confirmación hoy ha sido como ... siento un nudo en el estómago. Es como si mis órganos internos estuvieran anudados unos a otros. Qué tontería, verdad.... probablemente.

Y habrá quien, al leer estas líneas, piense que estoy buscando una excusa para estar triste, que siempre me agarro a lo malo, que estoy siento muy negativa una vez más.... Vale, ok, lo entiendo. Pero espero que también alguien, (con un par de personas me bastaría) piense que no es lo mismo que yo ahora, en este momento de mi vida, no quiera ser madre, con que te lo prohíban.

Sin duda, es distinto no hacer algo porque no quieres, pero tener la opción disponible, a que de repente te arranquen esa opción.

Los que me conocen saben que nunca he tenido ese instinto maternal a tope. Lo tengo, pero a mi manera. Me gustan los niños, adoro a mis alumnos y si amo mi trabajo es sobre todo por mis pekes, pero soy muy racional y plenamente consciente de que tenerlos es una historia distinta, soy de las pocas que racionaliza esa decisión, y no la sujeta solo a un deseo de ser madre.

El oncólogo me ha dicho que hay mujeres que dejan el tratamiento para ser madres, ok. Ahí está la opción. Y en mi caso eso no sería un riesgo desmesurado ni mucho menos, pues mi tipo de cáncer solo tiene un 1% de probabilidades más o menos de reproducirse, y el tratamiento lo que hace es reducir ese porcentaje a la mitad. Según él, me mandan el tratamiento por mi edad, pues al ser tan joven, quieren prevenir todo lo posible. De hecho, la quimio y la radio no están indicadas para mí en ningún caso.

Espero que esta sensación sea pasajera y al final del día de hoy ya me encuentre anímicamente bien. Sé que tengo que centrarme en lo positivo, que es mucho, y abrir de nuevo el capítulo referente a la quimio. Debo releer de nuevo esa página del proceso, es demasiado pronto para olvidarla. Tengo que ser consciente de lo que podría haber sido y al final no ha sucedido. Tengo que volver a pensar en la quimio, y en la radio, para darme cuenta de lo afortunada que soy. Para quitarme esta pesadumbre tan horrible que ahora me pesa en los hombros.

Me siento muy estúpida, muy tonta. Me siento, qué coño, una gilipollas. Porque casi casi no tengo ningún motivo para estar triste. Todo está saliendo bien, ni el expansor ni la cicatriz me han dado problemas y solo me ha surgido la complicación del brazo, que dentro de lo cabe no es preocupante. No me van a aplicar ni quimio ni radio. Joder, ¿¡Qué más quiero!?

Y repito que, solo pensando en las mujeres que sí han pasado por esto de una manera mucho más dramática que la mía, ya no tengo derecho, pienso, a sentirme triste. No lo tengo. Así que ellas, sin saberlo, me ayudarán a saber lo afortunada que soy.




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