
The end (09 Marzo ´´`'23)
No me había dado cuenta de que hacía ya más de un año que no escribía! Cómo ha pasado el tiempo. Es cierto que en 2023 no hubo novedades (por suerte), más allá de seguir mejorando a raíz de terminar el tratamiento y que ahora me encuentro genial (algunas secuelas sin importancia).
Pues bien, en enero tuve cita con mi oncóloga y me dio dos buenas noticias: una es el alta y otra, que a raíz de un cambio en la normativa, ahora sí que mi caso entra dentro del rango de edad establecido para llevar a cabo un estudio genético. Y es que, aunque ahora tengo 39, mi diagnóstico fue a los 32, edad que quedaba fuera de la opción de hacer, como digo, un estudio genético.
Algunos pensaréis que es una tontería hacerme un estudio genético a estas alturas, una vez superada la enfermedad, otros pensareis que quiero regodearme en mi desgracia, pero ni una cosa ni la otra. Primero, y tal y como mi oncóloga me comentó, el estudio de cada caso de cáncer es beneficioso para futuros casos, para avanzar en la investigación. Esto es una razón más que suficiente para llevarlo a cabo, cierto? pero mi motivación es principalmente por mi familia. Efectivamente, a mi ya nadie me quita lo vivido (para mal pero ojo, también para bien), pero si este estudio puede darnos información sobre probabilidades de que a alguien de mi gente le pase algo parecido, o para prevenirlo de algún modo... pues bendito sea. Y sí, hablo de mi familia, pero me refiero también a mi propio hijo/a. Para mi es importante saber si mis descendientes tienen probabilidades de tener cáncer y eso es algo que puede desvelar un estudio genético, pues aunque mi cáncer tiene causas hormonales, no se sabe si hay algún gen que familiar provoque una tendencia a la enfermedad.
Por otra parte: el alta. Qué momento más... raro cuando me lo dijo. Si bien es cierto que la carta me ha llegado ahora, el informe oficial de mi alta. Ya no soy paciente oncológica. "Ya no estoy enferma", aunque debo decir que solo en algunos momentos sentí que lo estaba.
Y es inevitable hacer balance de este tiempo. Hacer recorrido de todo lo vivido desde aquel maldito 2017, en el que mi vida se empezó a torcer a nivel personal para luego, sin saberlo, torcerse aún más. Ese año, el peor de mi vida, en el que empiezo a ver que mi vida no me gusta, que no merezco según que cosas y en el que exploto. Ese verano, en que expreso a vivo llanto que ya no puedo más. Ese mes de octubre en que tomo una decisión que no sé cómo enfrentar... para luego quedarse todo parado por el diagnóstico en una revisión rutinaria.
Mi vida se paró. En seco, ese noviembre. y admito que la parte buena del cáncer es que te sacude, y eso es bueno en parte. "No te preocupes, amigos me han dicho que hay mujeres que cuando les entra cáncer se vuelven como un poco locas y se divorcian". No supe responder en ese momento a esa afirmación. Uff, qué persona más buena, me estaba perdonando, qué afortunada!. Luego me corroía la ira al recordar estas palabras, pero tiempo después, cambié mi manera de verla. Y es que es cierto, sí señor, es cierto que una persona a la que se diagnostica una enfermedad de estas características se puede replantear su vida, puede abrir los ojos antes cosas que antes no quería ver, y puede encontrar los cojones que no había tenido hasta ese momento para cambiar lo que no le gusta, para hacerse valer y dejar atrás aquello con lo que quizás se había conformado.
Fué y no fue mi caso. Yo tenía ya decisiones tomadas pero cierto es que, aunque quise darle otra oportunidad a aquella vida, ya mi enfermedad no me dejó hacerlo. Yo ya era otra.
En fin, no quiero remover el pasado. Un pasado que de alguna manera siempre vuelve porque no deja de ser una parte de mi vida. Y del que, en parte, no me arrepiento. Aunque hoy día sin duda haría las cosas de otra manera.
Pero ahora quiero mirar hacia adelante. No sé qué me depara el futuro pero tengo planes, muchos. Ya he cumplido alguna metas (mis estudios), objetivos impensables (casa propia), sueños (Londres), pero aún me quedan proyectos muy bonitos. Y lo mejor es que todos son igual de bonitos. Así que, si soy mamá, pues los demás esperarán, no pasa nada, porque tendré la razón más grande para vivir. Y si no lo soy, pues... seguiré viajando (es que una vez que empiezas... madre mía.... jajaja qué vicio!), disfrutando de la vida, echando a bajo media casa, entrando, saliendo con mis perros, y un largo etc.
Sea la maternidad, sea un cambio de trabajo, sea New York... sea lo que sea, como tú dices, mi vida: "Tenemos toda la vida".
Y aquí me despido. Gracias a todos los que me habéis apoyado de una manera o de otra. Gracias a quien me acompañó día a día en los comienzos de mi enfermedad y gracias a ti, mi amor, que te has comido casi solito todo el tratamiento, que ha sido... bueno, los dos sabemos lo que ha sido.
Ah, y se me olvidaba: gracias por la parte buena, puto cáncer.
