Revisión (21 nov '18)

Llego a la consulta. Ocho y cuarto de la mañana. He dormido fatal esta noche y la pizza que cené no es la única culpable de ello.

Me desvisto. Me mira y me señala una pequeña rugosidad en la cicatriz del "pecho malo", apenas imperceptible, y me dice que esa rugosidad hubiese sido mucho más visible si me hubiera puesto prótesis más grandes. 

Es cierto que el resultado ha sido un poco decepcionante porque quería tener media tallita más. Pero también es verdad que el bajón que me acompaña desde esta mañana no es en realidad por eso.

Hay días que te ves bien, porque es cierto que con el sujetador se ve un pecho bonito. Y también es verdad que, quien no sepa de mi enfermedad, no adivinaría jamás a simple vista todo por lo que he pasado y las secuelas física que mi cuerpo arrastra. Pero no es la gente lo que importa. Eso da igual. Lo que importa es cómo te ves tú.

Día a día me desvisto mil veces (para ir al gym, para ducharme, para ponerme el pijama...) y eso está ahí. Y días como hoy veo que no lo he superado, que me afecta saber que jamas tendré una apariencia normal. Jamás.

Y le digo al cirujano que voy a por todas en lo que a la reconstrucción del pezón se refiere, pero soy consciente de que eso no va a suponer tener una apariencia normal, natural, al menos no desvestida.

Y entro en una espiral de agobio, de tristeza, de bajón, de querer llorar y, me acuerdo: las pastillas, no ayudan.

Y veo que esto es una loza que me pesará toda la vida. Y vuelven los miedos de que pase en el otro pecho y....... iuuuuuju! espiral de mal rollo a tope.

Y no quiero verme. Me cubro en cuanto el cirujano me lo permite. No quiero verme. Me rechazo a mi misma y ahora pienso que siempre lo haré. Y no sé cómo solucionarlo. No sé qué hacer.

Y solo pienso en empezar a cumplir viejos sueños (y otros nuevos) para sentir que estoy viva, para empezar a aprovechar los días que tengo por delante: aprovecharlos, no solo vivirlos. Sentir que este puto cáncer ha servido para despertar y, por fin, salir a vivir.

Y de nuevo, no quiero mirarme al espejo. Hoy no. 

Aunque mañana, al ducharme, volveré a analizar cada centímetro de mi piel mientras el agua recorre mi cuerpo. Solo presto atención a ese maldito "pecho" que ni es pecho ni es nada, durante todo el rato que estoy bajo la ducha. Y nada cambia, sigue ahí, igual, día tras día, y a veces me creo que he aprendido a vivir con ello, que no me duele, que no me afecta, que no me condiciona, pero no es verdad, me engaño a mi misma y los demás también intentan engañarme, por mi bien. Pero no lo conseguimos, ni ellos ni yo conseguimos engañar a estos ojos. Pues ellos saben muy bien lo que ven.

Hoy me doy asco a mi misma. Física y mentalmente, por no se capaz de superar esta mierda, por no ser todo lo fuerte que parezco.

Hasta mañana, querido (o no) lector / a. Me voy aponer el pijama, me voy a desvestir, otra vez hoy.

¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar