
Nada nuevo (18 mayo '19)
No, no hay mucho que contar, pero cada cierto tiempo necesito la medicina que es para mi sentarme a escribir, así que... aquí estoy.
Desde la última vez que escribí, he visitado a mi cirujano plástico y a mi oncóloga. Con el cirujano plástico no hay novedades. Al ver cómo me ha reaccionado la piel, ya sabe cuál es la técnica a seguir en el siguiente paso. Y, sinceramente, no me hace ilusión ninguna. Solo quiero que llegue ya para quitármelo de encima, pero tampoco estoy ansiosa por que llegue el momento. Simplemente es una cosa que está ahí, que tengo que hacer, y punto. Pero, sinceramente, siempre me acordaré de lo que he pasado cada vez que me desvista, no hay más, es algo que tengo que aprender a llevar porque no creo que la última operación me haga olvidarme de lo pasado.
En cuanto a la oncóloga, me ha mandado una mamografía, pues la última que me hicieron fue cuando me lo diagnosticaron, así que ya me toca. Además, al tener prótesis, si me volviera a ocurrir lo mismo no tendría manera de darme cuenta, al menos no palpándolo como la otra vez.
Y por lo demás todo igual. Muchas cosas en mi vida cotidiana me recuerdan la enfermedad, aunque parezca mentira. Y no desaparece el miedo a que me ocurra en el otro pecho. Y sigue siendo duro mirarme al espejo. Y el cáncer sigue teniendo consecuencias aun después de estirpado de mi cuerpo.
Me siento fuerte, me siento bastante recuperada de todo, cierto. Pero también es cierto que caigo con facilidad en el desasosiego y los miedos caminan conmigo a diario, solo que a veces me cogen de la mano y me guían, y otras se quedan a mi espalda, más o menos cerca dependiendo no sé muy bien de qué.
Y las citas médica siempre me hacen replantearme muchas cosas. Es como si tuviera la necesidad de tomar ciertas decisiones por si llegara el momento de un nuevo tumor. Y es que no estoy sola, aunque sola luche contra mi enfermedad al fin y al cabo. Esta enfermedad te mina a ti, pero también a todo el que te quiere y quererte no implica saber afrontar la enfermedad.
Y pienso en mi madre, pasando otra vez por lo mismo. Y pienso en mi familia recién reencontrada y que no sabe nada (solo los más cercanos) del cáncer ya pasado. Y pienso en mi pareja, más que en nadie, pues al final quien vive contigo es quien se come todo el marrón, hablemos claro.
Y yo no quiero que pase por eso. Y no quiero que esté entre médicos y salas de hospital con la preocupación de cómo va a terminar todo y cuándo. Y gestionando mi día a día, mi vida de enferma. No, no quiero eso para él.
Pero me pide que sea él quien decida, si llegara el momento. Y me pide que no lo aparte. Y me promete, sin prometerme, que estará a mi lado y que lo hará bien. Pero.... pero yo también tendré que decidir cómo quiero afrontar la situación si llegara el momento. Y es como si necesitara tener un plan de actuación, pues a veces estoy convencida de que va a volver a pasarme y quiero estar preparada.
Todos estos pensamientos los gobierna el miedo más que la cordura, quizás. Aunque también pienso que hay generosidad en mis palabras, en mi forma de ver las cosas. No quiero que nadie sufra por mi ni pase por algo por lo que no pasaría si estuviera con otra persona en lugar de conmigo. No creo que sea tan difícil de entender.... o sí..... no lo se.