Montaña Rusa

Dani me ha dicho, medio en broma medio en serio, que a ver si me bajo ya... pobre mío... Pero es imposible.

En aquél preciso instante en que me dieron la noticia, sin yo misma saberlo, me sentaron en uno de los vagones de esta montaña rusa en la que se ha convertido mi ánimo. Y me ataron bien fuerte a él. Y empezó mi viaje.

Arriba, lentito, y cuando te confías y te sientes más o menos segura pese a la altura a la que te encuentras, caes en picado, rápido, muy rápido, cada vez más rápido.

Normalmente, antes de llegar abajo del todo consigo hacer un movimiento brusco para volver a empezar a subir o, al menos, ir en llano un poquito. Un ejemplo de esto es cuando me voy encontrando cada vez peor y peor, sin ganas de hacer nada, sin ganas de hablar con nadie. Empiezo a sentir una sensación de tristeza que me ahoga, una pesadez en el cuerpo que me hace encorvar y hacerme pequeñita. Y entonces, de repente, me pongo los tenis y salgo a andar, o, como el otro día, le digo a Dani que si vamos a Bahía Sur, da igual si son casi las ocho y media de la tarde.

No hay un día, por suerte o por desgracia, en que me mantenga subiendo, o bajando, o en llano. Experimento las tres sensaciones a diario. Paso de una "euforia relativa" a la apatía en 0.2 segundos. De repente busco en Internet info sobre las tallas de sujetador de cara a las "tetas nuevas" (como yo las llamo para intentar dar un toque de humor) y de repente me da por caer en el pesimismo de que aún queda mucho para eso. Y después pienso que, bueno, para tratarse de una cosa tan grave, todo pasa súper rápido.

Y es curioso ver que antes de todo esto, aprovechaba el tiempo mucho más que ahora. Hacía mil cosas en el hueco de la mañana antes de salir para el trabajo. Ahora, sin embargo, y como la apatía suele visitarme por las mañanas, hago las cosas a rastras. Intento mantenerme distraída, me pongo pequeñas tareas (entre hobbies y cosas que tengo que hacer) y no cumplo ni la mitad. Todo lo hago a cámara lenta, porque ni el cuerpo ni la mente están al 100% aunque lo intente.

La medicación me cansa y eso me lleva a una pesadez mental, y ya está, cuando una cosa lleva a la otra, entro en ese círculo vicioso de "sí, ahora me levanto" o "para qué me voy a levantar?". Es inevitable.

Aún así, tengo que decir que creo que estoy llevando todo esto bastante bien. Esta vez no he esperado, como me pasó con la espalda, a que todo pase para mirar atrás. Aunque todo va ocurriendo muy rápido, vuelvo la cara y veo que echo fuerzas más frecuentemente de lo que yo misma puedo pensar cuando estoy de bajón.

He dicho el nombre desde el segundo 1. Apenas dos horas después de la noticia estaba trabajando. Al día siguiente no cambié NADA de mi rutina (7:30 levantada, saca a los perros, limpia, vete a Pilates, echa un vistazo a las clases de hoy, vete a trabajar...) ... y como eso mucho más.

Y no digo que haya sido fácil. Y tampoco digo que yo por eso sea ninguna superwoman. Lo que digo es que lo veo como un triunfo personal. Decidí seguir esta línea pensando que era lo más beneficioso para mi y más o menos sigo en ello. Y es difícil, a veces es muy difícil. Pero no puedo permitirme otra cosa.

Y lo que sí es cierto es que "sigo mi vida" pero sin poder bajarme de la montaña rusa. Al menos estoy bien sujeta al asiento. El cinturón de seguridad está atado bien fuerte y sé que no me voy a caer. Si me lo suelto será mucho peor, porque quedaré en el suelo, tras el golpe, y ahí si que no sabré seguir.

Mi montaña rusa me da cierta seguridad. Los raíles son fuertes y el recorrido siempre es el mismo. Se repite una y otra vez. Y a mi la certeza, lo que se repite, me ayuda a sobrellevar lo malo. Saber lo que viene me da cierta tranquilidad. Puedo prepararme para los tramos difíciles agarrándome fuerte y sé cuando puedo relajarme por estar en una subida.

Así que lo siento, cariño, pero no puedo y no debo bajarme. No hasta que todo acabe. Y además sé que me observas desde abajo, siempre atento para darme un abrazo cuando el vagón desciende, y sonriéndome cuando voy subiendo.

Y no solo tú. Mi gente me observa y no me deja llegar nunca abajo del todo. Tod@s me ayudáis a dar el volantazo para no estamparme. Y me cogeréis si el cinturón se suelta.

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