Mi gente

Si, este es el título de la canción de J. Balvin que tanto ha pegado este verano y de la que yo, personalmente, sigo sin desengancharme. Pero también es la expresión que uso siempre para referirme a la gente a la que quiero y de la que hablaré en este apartado. Pero no solo me referiré a quienes forman parte de este grupo, sino también a los que, sin ser (aún) parte de él, están siendo fundamentales en este proceso por el que estoy pasando.

Empezaré diciendo que, aunque al final la lucha es mía, los que me rodean están soportando también una carga muy pesada. Me siento, por encima de todo, arropada, querida, apoyada y para nada sola.

Y sobre todo, me gustaría hablar de las reacciones. Porque no ha habido ninguna que no me haya hecho sentir querida, pese a ser muy diferentes entre sí.

No nombraré a cada persona en concreto, porque no quiero olvidarme de nadie y porque hay reacciones compartidas por más de una persona. Asimismo, hay personas que han tenido más de una de las reacciones de las voy a hablar, según el momento. Pero repito que ninguna me ha perjudicado, ni muchísimo menos.

La reacción más común ha sido el llanto. Lógico. He visto llanto de amargura. Llanto de "estoy aquí". Llanto acompañado de un abrazo tan fuerte que me costaba respirar. Llanto que parecía querer retenerme para siempre a su lado. No te preocupes, no pienso irme a ningún sitio.

He visto llanto de miedo, miedo puro a perderme. Con manos que cubrían los ojos, la cara, a modo de "esto no puede estar pasándole a ella". Nunca te había llorar así!, desde el estómago, conteniendo muchos sentimientos que algún día me describirás desde la tranquilidad de que todo habrá pasado. Cómo me dolió verte así... dolor físico y dolor en las entrañas.

También he visto llanto "controlado", me refiero a una persona que, pese a conocerme poco, intentó aguantar el tipo y mantuvo su porte recto en la silla, pero cuyas lágrimas caían silenciosas por sus mejillas mientras escuchaba atenta mi relato sobre lo sucedido hacía apenas un par de horas. Ese llanto ha sido la forma más pura de empatía que he sentido jamás.

Llanto arrepentido a posteriori. Y no debías arrepentirte! en serio, no había motivo. Y en aquel mismo momento, otro llanto, de esos que se quedan al borde de caer estrepitosamente por la cara y que va acompañado de una sonrisa amplia y, creo, pelín temblorosa. Me hicisteis tanto bien esa tarde, mis niñas... :)

Llanto que no he visto, pero que daba por hecho que se produciría. Acompañado de "Sandra o su madre?". Por supuesto que esa persona no desea nada malo a mi madre (no se lo desearía ni a una mosca!!!! mi gran amiga...) pero claro, no le cuadraba, por mi edad, que su marido le contara esta noticia respecto a mi, con 32 años. Ella, llanto; él rabia. Nuestros grandes apoyos, siempre ahí.

Otra reacción han sido los signos de exclamación. He sido muy bestia al comunicar esto por mensaje a ciertas personas que me preguntaron cómo había ido el médico, o a personas que se enteraron porque, al no tener más fuerzas para explicar otra vez lo mismo, les mandé el enlace a este blog, directamente. A estos últimos, pedirles perdón otra vez, pero es que ya no podía más y el tiempo me pisaba los talones porque no quería que os enterarais cuando me operaran. 

Los abrazos. Abrazos inesperados o no, abrazos largos o menos largos, pero todos fuertes, firmes. Abrazos que dicen tanto, que reconfortan tanto... que lo expresan todo.

Reacciones intentando darle al asunto naturalidad y normalidad, un aire fresco que me llegaba a la cara como algo que no sabía que también necesitaba. Hablo de un "después vas a tener un escote pa flipar" o un simple "Quilla, qué" con una sonrisa que, aparentemente es como la del día anterior (aunque los dos sabemos que esta encierra una gran empatía).

Mensajes. Muchos mensajes. Que siguen hoy y que, lo siento, no siempre contesto en el momento. A cuál más sincero, pero todos llenos de energía positiva que me hacen sonreír si me pillan en un unto alto de la montaña rusa que es mi ánimo ahora, o llorar si me cuadran abajo o en caída libre. Pero repito: todos me hacen sentir querida. TODOS.

Y mención especial merece un tatuaje. Algo que puede parecer banal para algunas personas e incluso una tontería para otras (y lo digo por experiencia, cansada de los "valiente tontería pasar dolor innecesario" o "son ganas de pasar un mal rato"). Para mí los tatuajes son mucho más que un adorno en la piel (respetando siempre a los que se tatúan simplemente por estética, por supuesto), por eso, con más razón aún me conmueve uno hecho a modo de "estoy contigo, y vas a salir de esto".

Cada uno tiene su forma de expresar la empatía, el cariño, el apoyo. Y si algo sé, es ver esos sentimientos en los demás. Dicen que los capricornio tenemos una habilidad especial para descifrar los pensamientos de la gente, de saber cuándo nos mienten, y ver más allá de las palabras. Yo no sé si es cosa de ser de este signo o no, pero yo creo poseer esta habilidad, y me sirve para lo malo, pero también para lo bueno. He podido ver en los ojos de todos vosotros un cariño enorme, "manchado" (permitidme la expresión) de una pincelada de pena a veces, parte que que sí que no me gusta demasiado, pero que entiendo a la perfección y que interpreto de una manera positiva también.

Y todas estas reacciones me alientan. Todas me han dado fuerza y todas me han servido, porque todas han salido del corazón. Todo improvisado en una situación que es muy complicada y en la que la gente no sabe qué decir y por ello, más que nunca, mandan los gestos, las primeras reacciones, y también las segundas, y terceras. Porque vosotros también, lo sé, me acompañáis en esta montaña rusa en la que me he subido.

De corazón: GRACIAS.

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