
Mesilla de noche (16 feb '18)
Típica lámpara de mesilla (temática americana, por supuesto). Reloj-despertador by IKEA. Caja de motivos neoyorquinos donde guardo algunas gomas del pelo y un antifaz de dormir que ni me pongo por estar estropeado, ni tiro a la basura por dejadez más que por otra cosa. Y ahora también, encima de esta caja, otra muy distinta: Tamoxifeno VIR 20mg.
Cada mañana me recuerdan lo vivido, lo sufrido, lo pasado, aunque esos recuerdos cada vez hacen menos daño.
Las tengo en la mesilla de noche para asegurarme de que no se me olvida tomármelas. Cada mañana, como un ritual agridulce, amargo más bien.
Y deben estar haciendo bien su función, o al menos eso me indican los fuertes efectos secundarios que me están produciendo. Pasar de la Sirenita a Cruella de Vil en cuestión de segundos, minutos u horas, es uno de ellos, pero no el peor, curiosamente. La calor, la calor en la cara es una sensación malísima. Incluso en la calle, con el viento frío golpeando mis mejillas, noto una calor, un hervor, que me viene desde dentro de mi piel y que llega a ser bastante agobiante. Una sensación extraña es la de notar el frío que te rodea, y a la vez, tener la cara entera hirviendo, suerte que al menos no me pongo colorada.
Y el último síntoma que me acompaña es el desvelo. Es pasar de un sueño profundo, soñando incluso, a estar más despierta que en mitad de una concentración motera. A veces es la calor la que me despierta, casi sudando a veces, pero últimamente también me despierto sin motivo aparente, así, de un tirón, y la calor y una sed horrible es lo que viene después.
Es bastante desesperante a veces, la verdad.
Intento, normalmente sin éxito, pensar en que no debo quejarme, que el hecho de no necesitar quimio ni radio es lo mejor que me podía pasar, pero ...... como todo.... esto hay que vivirlo, y después hablar.
Hace mes y medio que llevo tomándolas y algunas veces me da la sensación de que los efectos secundarios van a más. Hace un par de semanas, me levanté por la mañana con "el vapor" y eran, literalmente, las diez de la noche, y aún no se me había quitado. De hecho, el muy "joio" me acompañó hasta que me fui a la cama. Ese día ha sido el peor, porque lo tuve encima tooooodo el día de manera ininterrumpida.
Mi madre me definió esta sensación una vez como "un tío invisible que viene y te pone un soplete encendido en la cara", y vaya si es verdad..... sin duda una buena descripción de lo que se siente. Y como siempre tengo las manos frías, constantemente me las llevo a la cara en un intento de atenuar un poco la sensación de ebullición de las mejillas y la frente.
Y es lo que hay... de momento...