
Cerrando etapa (30 dic ´22)
No he podido esperar, mañana es el gran día, y no iba a pasarme por aquí hasta entonces, pero... quienes me conocéis, sabéis que la paciencia no es mi mayor virtud precisamente (excepto en el micromundo de mis clases).
Mañana es la toma de la última pastilla y no os podéis imaginar lo que significa para mi. Estos cinco años se me han hecho eternos en cuanto a lo que me ha supuesto lidiar con los numerosos efectos secundarios que esta medicación me ha provocado y que ya he explicado en alguna ocasión. Pero hoy no quiero recordarlos, hoy quiero cortar ya con ellos. Sé que la recuperación no va a ser de un día para otro. El día 1 de enero no voy a volver a esa vitalidad de los 20 años, lógicamente, ni voy a volverme positiva (porque nunca lo fui), ni a tener unas piernas bonitas (las arañas vasculares no van a esfumarse). Pero sí que poco a poco espero encontrarme un poco mejor, tanto física como anímicamente.
De todas maneras, mi propósito real hoy es agradecer, agradecer y agradecer. Quiero dar las gracias (como si de los premios Óscar se tratara jeje), a mi madre y a mi pareja primeramente. A cada uno de diferente manera, pero por igual :).
Mi madre ha hecho todo lo posible por aligerar mi carga día a día desde que esta pesadilla empezó y siempre ha estado apoyándome y escuchando mis audios interminables llenos de llantos cuando, literalmente, no podía con la vida. Ha sido un apoyo incondicional en todo momento, tanto para ir a las consultas médicas, como para sobrellevar los malos momentos día a día. Lo ha hecho lo mejor que ha podido (lo ha hecho muy bien). Gracias, mamá. Y no digas más que ojalá te hubiese pasado a ti en vez de a mi, porque me haces mucha falta, la fuerte de las dos siempre has sido y eres tú, no lo olvides, así que te necesito a mi lado. Siempre dices que vendrán tiempos mejores, y vendrán, claro que sí. Y nos pillarán juntas.
Y a mi pareja, qué decirle... me conoció en un momento muy complicado de mi vida. Recuerdo que leyó este blog la primera vez que hablábamos (quería ahorrarme posibles rechazos, así que, después de un rato de conversación, le pasé el link, así en seco). Él no solo no se echó para atrás, sino que desde entonces me ve con unos ojos que aún sigo sin entender, y con los que quisiera verme a mi misma. Ha aguantado desde entonces estoicamente todas las ventajas (modo irónico ON) de vivir con una bola de hormonas andante. Mis llantos, mis miedos, mis tristezas inexplicables, mis malos humores, revisiones médicas, los sustos cada vez que aparecía un síntoma nuevo... y un largo etc.
Dirá lo que quiera, pero se que no ha sido fácil, soy consciente de ello hasta tal punto que le pedí que se fuera en una ocasión (o dos), pues me pesaba muchísimo que estuviese pasando por esto sin necesidad, habiendo muchas mujeres sanas y medianamente cuerdas por ahí. Pero él decidió quedarse, apostar por lo nuestro, apostar por mi, y centrarse en las cosas buenas que parece que le doy, agarrándose a los buenos momentos (que también han sido muchos, por supuesto), mientras yo hacía de los malos un auténtico drama.
Me dice que lo he hecho "solita", pero no es verdad. Él me ha ayudado muchísimo, en el día a día, en las pequeñas cosas y también en los grandes sustos que ha habido. Siempre he tenido un abrazo cuando lo he necesitado (y cuando no sabía que lo necesitaba), y ahí me siento a salvo, él lo sabe. Así que, mi amor, muchísimas gracias (no te gusta que te las de, pero acéptalas ésta vez, por fi)
No quiero nombrar a nadie porque me puedo olvidar de algún nombre, pero quiero agradecer a mi familia en general y a las poquitas (pero muy buenas) amistades que tengo. Sé que no se dará por aludido/a nadie que no deba jajaja. A todos los que en algún momento han querido escucharme, servirme de paño de lágrimas y entenderme, de verdad que muchas gracias. Ésta enfermedad, como tantas otras enfermedades y situaciones de la vida, no se entiende 100% si no eres tú quien la experimenta en tus carnes (es tu vida la que está en peligro), pero no hace falta que te entiendan para sentirte apoyada, y eso es lo que me ha pasado a mi. No me he sentido sola en este camino, y aquí me voy a quedar, porque no quiero plasmar recuerdos que no tienen cabida en este momento. Solo decir que he tenido la mejor compañía para pasar por este trance de 5 años, y que lo coja quien quiera, que yo no tengo ni rencor ni pena, aunque haya heridas aún abiertas.
Gracias a mi familia, a mi pareja, a mis amistades y a mis bichitos! porque han limpiado mis lágrimas, literalmente, y han sido una razón para levantarme por la mañana en muchísimas ocasiones.
No me despido totalmente, sin embargo. Me pasaré por aquí en el que espero sea el cierre definitivo de esta parte de mi historia, será el día 20 de enero, cuando tenga mi última cita con mi oncóloga. Nos vemos entonces.
De nuevo, gracias. Os quiero muchísimo.